Donde las moles de granito brillaban al sol, ahora se extiende un vasto pinar, que las abraza y reserva.
Los accesos han cambiado, y en algunas zonas han mejorado.
Es curioso haberlas visto a la intemperie y años después, encontrarlas escondidas entre pinos y grandes helechos.
Es necesario subirse a las rocas más altas, para poder visualizar el objetivo y la dirección correcta a tomar.
El efecto es fantástico y mágico.
Nuevos bloques, nuevos olores y nuevos entornos.
Si matizamos más, nos entenderemos mejor.